Así nos ven: una miniserie sobre la justicia injusta
- Giselle Olmedo
- 5 ago 2019
- 2 Min. de lectura
El 19 de abril de 1989 una mujer fue brutalmente golpeada y violada en el Central Park (Estados Unidos, Nueva York) mientras corría. Por este hecho Antron McCray, Kevin Richardson, Yusef Salaam, Raymond Santana y Korey Wise, cinco jóvenes de Harlem de entre 14 y 16 años , fueron demorados tras ser interceptados por generar disturbios junto a otras personas el mismo parque y día. Se enfrentaron desde su detención a la represión de las fuerzas policiales que los obligaban a declararse culpables, y a los prejuicios por los que los suponían autores del hecho, ligados a su pertenencia a la comunidad afroamericana o latina. Este es un caso real narrado por la directora Ava DuVernay en la miniserie Así nos ven (originalmente When they see us), producida por Netflix; que cuenta con cuatro episodios en los que se realiza un recorrido de lo sucedido.
En aquel momento una seguidilla de delitos pusieron en relieve la inseguridad en la región, y por esto ante un nuevo ataque el aparato represivo del Estado se vio presionado a dar respuestas. “Los cinco del Central Park”, como después fueron llamados, resultaron detenidos e interrogados en un principio por disturbios ocasionados por una pandilla, pero luego Linda Fairstein (la fiscal del caso de la corredora) y los policías a cargo vieron en los mismos la solución ante el enigma del ejecutor del hecho.
La miniserie muestra los abusos por parte de los efectivos policiales para lograr que los chicos se declaren culpables del caso, el aprovechamiento de la vulnerabilidad, el hostigamiento de los medios de comunicación, los intereses detrás del sistema judicial y el racismo y la xenofobia que todo lo tiñen. A esto se suman archivos de Donald Trump que evidencian su posición ante el caso: el pedido de la pena de muerte para los cinco menores, que hasta fue publicitado en diarios de Estados Unidos por él, tras pagar 85 mil dólares por esos anuncios.
En el juicio a los menores quedaba claro que no había pruebas físicas /científicas en favor de declararlos culpables, de hecho las muestras de ADN no coincidían con ninguno de los acusados. Sin embargo, la fiscal y la abogada defensora de la víctima resaltaban la presencia de los mismos en el parque relacionándola directamente con el caso, y hacían hincapié en las grabaciones de las declaraciones (realizadas en condiciones abusivas para con los acusados) para afirmar la culpabilidad de los chicos.
¿Cuánto está dispuesto el poder a hacerle perder a terceros en favor de dar una buena imagen? ¿Qué tan iguales somos ante la ley si existen personas oprimidas? ¿Hasta dónde puede llegar la influencia de preconceptos en la visión que tenemos del otro? ¿Qué tan injusta es la justicia? ¿Qué tan lejano resulta este caso en cuanto a tiempo y en cuanto a espacio? Muchas son las preguntas que pueden despertarse tras reconocer, con este caso, la diferencia de oportunidades en la supuesta “equidad”.
Así nos ven: afroamericanos, latinos, pobres, negros, rebeldes, inferiores. Y por lo tanto culpables de todo, aunque se demuestre lo contrario.

Comments