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Luz verde: avancen

  • Foto del escritor: Giselle Olmedo
    Giselle Olmedo
  • 26 jul 2018
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 13 feb 2019

Los pañuelos secan lágrimas, los pañuelos buscan hijos y nietos desaparecidos, los pañuelos abrigan, los pañuelos flamean en las luchas. Los pañuelos se multiplican, verdes, pidiendo aborto legal, seguro y gratuito. Los pañuelos van atados a mochilas, bicicletas, cuellos y muñecas. Llevan impreso el lema de la Campaña: “educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir”, y se mueven, junto a quienes los poseen, por las calles, las plazas, los subtes, los colectivos, los trenes, los lugares de estudio y de trabajo. Ojalá pudiésemos decir que se mueven y se muestran con total libertad, lamentablemente no es así.


Manifestar posiciones implica siempre responsabilidades y consecuencias. Lógicamente, llevar el pañuelo de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto posibilita que frente a una persona con una mirada distinta se genere un intercambio de ideas que podría ser enriquecedor. Sin embargo, la delicadeza del tema y las posturas tan opuestas complican llevar a cabo esa instancia ¿Por qué es delicado hablar de la legalización del aborto con alguien que tiene una opinión distinta? A mi entender no es el tema en sí, sino qué hay detrás de cada manera de tomar esta práctica y lo que conlleva. Podría exponer a qué se debe mi acuerdo con lo que propone la Campaña: entender el aborto legal como una cuestión de salud pública, una ampliación de derechos, un dejo de las creencias particulares impuestas a quienes no las comparten, y una lucha política por ese lugar en el que el Estado tiene que velar por la integridad de quien decide hacer con su cuerpo lo que desee sin sufrir el desamparo. Del otro lado entiendo hay cuestiones de la moral y la religión de cada persona que impiden estén de acuerdo con la interrupción voluntaria del embarazo como una práctica que no se penalice y además sea legal, lo que implica la presencia del aparato estatal para brindar las condiciones necesarias. Tal vez está en estas razones el germen de lo que hoy se expresa en aquellos enfrentamientos que culminan en violencia física de quienes se suponen “pro-vida” hacia personas que muestran el pañuelo verde. El último caso es el de una niña de 12 años que fue golpeada por otra chica embarazada, por el hecho de estar a favor de la legalización del aborto. Unas semanas atrás, en la Universidad Nacional de San Luis, una charla a favor de la legalización fue interrumpida a empujones e insultos. En la embajada argentina de Paraguay, previo al tratamiento de la ley en la Cámara de Diputados, manifestantes a favor fueron atropellados. En Río Negro atacaron a tres personas por tener el pañuelo verde. Evidentemente el símbolo, a medida que se acerca la sesión en la Cámara de Senadores toma más peso.


¿Dónde radica la violencia que manifiestan estos grupos? Un sector de aquellas personas que se denominan “pro-vida” se desentienden de este accionar y exclaman no ser iguales. Sin embargo se siguen acumulando casos, y los comentarios ante las noticias que muestran esta realidad en ocasiones avalan como actúa la gente. Calando un poco más hondo, podemos observar que quienes están de acuerdo con la violencia hacia quienes estamos a favor de la legalización del aborto manifiestan la misma lógica: "abortar es asesinar a un bebé y por esta razón hay que golpear a quienes están de acuerdo con esto, se la tienen que bancar quienes lleven el pañuelo". Llevar el pañuelo verde significa asesinar bebés, y en consecuencia a esas personas asesinas se les puede pegar. El discurso construido es el puntapié inicial para legitimar las acciones violentas que ejecutan quienes lo comparten. Llevar el pañuelo verde tiene como consecuencia una posible agresión que luego será repudiada por un sector, pero también aplaudida por otro, tras categorizar en base a creencias propias como asesinxs a quienes lo porten. Y sí, las luchas son políticas, las luchas conllevan responsabilidades, debates, discrepancias, pero no agresiones.


Sin embargo no nos callan, a quienes creemos que las cuestiones políticas que interesan no se centran en nuestro ombligo y nuestras creencias sino en la igualdad, a quienes entendemos que el aborto es una intervención que va a seguir sucediendo se apruebe o no la ley, a quienes no consideramos la clandestinidad la solución, a quienes no queremos a la Iglesia decidiendo sobre nuestros cuerpos, a quienes no queremos decidir por las personas gestantes. Falta media sanción, falta abrir la cabeza, falta escuchar, falta informase, siempre falta algo, pero ante las faltas hay que ir hacia adelante. El pañuelo verde es un símbolo de lucha, no de miedo, y por más ataques retroceder cuando se entiende la lucha no es opción. Luz verde: avancen. Hacia el aborto legal, seguro y gratuito para cualquier persona gestante que así lo decida.

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