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¡Feliz Zoomaños!

  • 5 may 2020
  • 2 Min. de lectura

Había una vez una mesa grande con tortas de mazapán que llevaban una vela en el medio. ¡Pedí tres deseos! Solían decir después de que uno se reclinara sobre el majestuoso pastel, y logra el centro de todas las miradas. Ahora la reina es un virus con nombre de corona que ha de suspender nuestras alegrías del encuentro. ¿Cómo encontrar nuevas lógicas? ¿Qué gratificaciones encontramos en pandemia?

Nuestras sociedades han estructurado ritos y rituales para “ser felices” porque sabemos que es imposible de lograr todo el tiempo e incluso poco probable de alcanzarlo en su máximo esplendor de “tocar el cielo con las manos.” Las sociedades han dispuesto una serie de celebraciones como Navidad y Año nuevo para realizar eventuales encuentros que establecen vinculaciones que se presentan desinteresadas con personas allegadas por vinculación familiar o amistad. Pero el cumpleaños es la celebración individual que nos marca como sujetos, que es un recordatorio de la existencia personal para allegados que debe conmemorarse con saludos, reuniones y una vela sobre la torta que decore un día que no es para el individuo igual al resto de los 364 días del año.


Todo lo que pensamos por décadas como “felicidad” dentro del sentido práctico social, hoy atraviesa una crisis absoluta por el distanciamiento social, lo que genera el desencuentro de nosotros con otros y de sí mismo, con la prolongar el aislamiento en el tiempo. ¡Que los cumplas feliz, que lo cumplas feliz! Ya no se oye en un canto unificado de personas rodeadas alrededor de la mesa para celebrar la existencia de alguien. Sin embargo en esta nueva normalización tecnológica aparece el FELIZ ZOOMAÑOS que marca nuevas experiencias virtuales de celebración que generen un acercamiento al faltante del encuentro. Pues las tecnologías dejaron de categorizarse como negativas y boberías de chicos y jóvenes idiotizados frente a las pantallas, para ser un auxiliar necesario de la construcción personal y de la reivindicación de la tradición.


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Zoomaños es la práctica de la videollamada para celebrar virtualmente eventos de cumpleaños que marcan la normalización de lo que se nos presentó como un evento excepcional del mundo. Quizás porque queremos nuestras vidas de nuevo simulamos un poder de celebración que se nos ha arrebatado, y la tecnología de la comunicación nos produce una breve sensación de poder frente a la restricción de celebrar con el sencillo encuentro de otro.


Los cumpleaños fueron transformándose con el correr del tiempo, principalmente los de los más chicos en los que el comercio de los peloteros, la comida rápida, decoración y organización de horarios transformaban el acontecimiento en una espectacularización de sí mismos. Lejos quedan los bonetes grandes sobre la cabeza para que cada detalle de los personajes favoritos contara como una presentación al mundo y una celebración del “Yo”, que le daba la relevancia de la tematización de los gustos. Hoy eso quedó suspendido y ¿en el tiempo?


El padre de la psicología social en Argentina, el Doctor Enrique Pichon Rivere, solía decir: “En tiempos de incertidumbre y desesperanza es imprescindible gestar proyectos colectivos desde donde planificar la esperanza junto a otros”. Este año deberíamos pensar que en la pos pandemia el proyecto debe ser “Nuestros cumpleaños” donde el yo y el tú se envistan imaginariamente en el encuentro del nos.


 
 
 

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