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Y, decime, ¿qué se siente ser abusada?

  • Foto del escritor: Florencia Calderon
    Florencia Calderon
  • 29 ene 2019
  • 3 Min. de lectura

“Las convencen de resguardarse puertas adentro, de cerrar las piernas, de que son responsables y por eso merecen su propio castigo. Sí. Porque primero son víctimas de él y después de ellas mismas” – Belén López Peiró


Según estadísticas del observatorio de MuMaLá (Mujeres de la Matria Latinoamericana), 1 de cada 5 mujeres y 1 cada 13 varones sufren abuso sexual durante la infancia. La mayoría de los abusos se dan en manos de familiares o conocidos.


El presupuesto aprobado para combatir la violencia machista para este 2019 destina $11,36 por mujer. Se trata de una reducción del 18% respecto al del año 2018. El abuso sexual en la infancia es también violencia de género, éste ajuste afecta a medios para erradicarla.


A Belén López Peiró le pasó lo que le sucede a muchas mujeres y niñas en el transcurso de su vida. En su libro Por qué volvías cada verano denuncia públicamente los abusos sufridos por su tío desde los 13 hasta los 16 años. La autora narra que al denunciar se encuentran con un sistema judicial extremadamente patriarcal, donde queda al descubierto la desprotección en la que se encuentran niños y niñas. Al no encontrar el apoyo judicial y en muchos casos tampoco dentro de la familia, las víctimas se ven obligadas a revincularse con sus abusadores.


Cuenta de esta manera la situación diaria de muchas mujeres, niñas y niños que deciden callar en vez de quedar expuestos, ya que el sistema machista perpetúa este tipo de violencia y en vez de juzgar al abusador, juzga a la víctima: ¿y qué hacías ahí?; ¿y por qué estabas sola?; ¿estabas vestida de manera provocativa?; ¿y por qué no denunciaste antes?; ¿por qué callaste?; y ¿por qué volvías cada verano?


Un informe de Unicef, sobre la violencia a los niños, llamado "Ocultos a plena luz", dice que 7 de cada 10 adolescentes de 15 a 19 años que fueron abusados nunca se lo habían dicho a nadie. Romper con el tabú, con roles establecidos en la familia y levantar la voz en una cultura tan construida es muy difícil. Es por esto que el acompañamiento y la credibilidad a la denuncia es fundamental para que todo esto deje de quedar invisibilizado.


“Llamarlas víctimas es volver a garcharlas otra vez. Y otra vez. Es convencerlas de que les cagaron la vida, de que su historia empieza y termina ahí, con el tipo adentro. Les hacen creer que son a partir de él, que su identidad se construye a partir de la violación…”. Así lo expresa López Peiró en su libro. Ella forma parte del “sexo débil”, el sexo del miedo y de la humillación pero que siempre ha tenido que enfrentar las situaciones más difíciles y duras.


La justicia patriarcal es constantemente legitimada por una sociedad machista que nunca les cree a las mujeres, que las culpa y que desvaloriza a aquellas que superan un abuso.


Virginie Despentes en su libro Teoría King Kong lo explica de la siguiente manera: “La violación es la guerra civil, la organización política a través de la cual un sexo declara al otro: yo tomo todos los derechos sobre ti, te fuerzo a sentirte inferior, culpable y degradada”. Y remarca en varias oportunidades lo que las personas de manera implícita esperan que no hagas. Que no se te ocurra rehacer tu vida; porque la sociedad quiere mirarte a partir de la violación, que tu vida se resuma a un hombre vulnerando tus derechos, a un hombre quebrantando tu propio cuerpo. La sociedad te recuerda constantemente lo que te sucedió y que si decidís salir adelante te remarca que es porque tan malo no fue.


Y cuándo a la autora le preguntan qué se siente ser abusada, ella siente nuevamente que lo están haciendo, porque para denunciar tenés que estar preparada psicológicamente y emocionalmente bien para volver a revivir los recuerdos que te torturaron durante tanto tiempo.


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